
Osvaldo Bossi se hizo presente en los ochenta como un relámpago en el mundo de la escritura, con un libro aún inédito que tuve el privilegio de leer: Del Coyote al Correcaminos. Desde entonces, y quizás a su pesar, he colocado su poesía en el linaje donde también se alza mi casa.
Bossi llega al espacio editorial por fin -y hoy se hace justicia a una de las voces más radiantes de su generación. Silenciosamente, en la oscuridad de la galería literaria, el poeta ha hecho un recorrido casi completo: desde la frenética dicha de nombrar toda toponimia prohibida en el cuerpo del amado, a la sacralización mística, donde el propio cuerpo es visto como cadáver al ser despojado de la mirada, el deseo y la presencia del otro. Pero es allí, precisamente, donde Narciso despierta de su sueño y desciende como Orfeo en la búsqueda de sí mismo; casi deshecho pero rehaciéndose en la constancia atroz de sus bordes que hacen de Él, él, en la serie numérica de los otros, en la orilla de la vida.
Sobre la huella de San Juan escribe: Dice que solamente a mí / él ama, y que mi espíritu lo rodea como una cuerda. Atravesar la Noche Oscura es aniquilador, y Tres, lo representa. Con los procedimientos de una narrativa devastadoramente lírica, donde aquel eros no encuentra paz ni cuerpo para detenerse, estos poemas encuentran la orilla verbal que lo encarna. Aquello que raramente se busca, que más raramente aún, como en este libro, se halla.
Diana Bellesi